Integración sensorial y yoga para niños: ¿Movernos nos relaja?

Yoga e integración sensorial

“A mi sobrino le vendría genial hacer yoga, ¡no para de moverse!” Esta es una de las frases que más he escuchado como profesor de yoga para niños, pero, ¿realmente necesitan parar de moverse? Obviamente no podemos pasarnos el día en un continuo estado de máxima excitación, aunque paradójicamente, quizás esa sea su forma de calmarse, que locura verdad. ¿Cómo puede ser esto?

Defiendo firmemente que toda persona que trabaje con niños ha de tener nociones básicas sobre neuropsicoeducación, pedagogía e integración sensorial. Es de ésta última de la que hoy vamos a hablar. Hasta hace poco ni yo mismo entendía a esos niños que no podían parar de girar sobre sí mismos mientras te contaban su semana, que se tapaban los oídos mientras todos cantábamos nuestro mantra preferido, que no soportaban ser tocados al darnos un masaje en grupo o que se pasaban la clase de yoga lanzándose de rodillas al suelo de una manera “kamikaze”. ¿Sabéis que tienen todos estos niños en común? Que como de costumbre, eran mucho más inteligentes que los adultos con loS que estaban y mientras nosotros les reñíamos, ellos solo estaban intentando regularse.

Gracias a Jean Ayres sabemos que no hay 5 sino 7 sentidos (tacto, gusto, olfato, oído, vista, vestibular y propiocepción) y que existe un desarrollo “típico” de cada uno de éstos sentidos como lo hay también a nivel cognitivo o motor. Pero, ¿Qué ocurre si hay un problema en el desarrollo de alguno de éstos sentidos? Pues que no somos capaces de percibir la realidad cómo la percibiría alguien con un correcto desarrollo. El problema puede ser tanto de hiper como de hipo respuesta. Es decir, percibimos la realidad aumentada o disminuida. Esto es lo que en integración sensorial se conoce como “modulación sensorial”.

Imaginaros por un segundo que tuvieseís altavoces en los oídos, ¿no os molestaría el sonido de un globo al explotar? o que fueseis capaces de sentir hasta la más ligera mota de polvo en vuestra piel, que terrible sería que alguien nos acariciara, ¡porque dolería! O por el contrario, imaginad que no pudieseis sentir vuestros pies, ¿quién no ha parado de mover una pierna que se le quedó dormida hasta que al final pudo sentirla? Pues todos estos ejemplos son el día a día de algunos de los niños con problemas de integración sensorial.

Para poder continuar hemos de hablar del arousal, según Goult y Krane, 1992 “Es una activación general fisiológica y psicológica del organismo, que varía en un continuo que va desde el sueño profundo hasta la excitación intensa”, Pues bien, los niños que tienen problemas de integración sensorial tienen problemas para regular correctamente su arousal. Sabemos que hay ciertos estímulos sensoriales que ayudan a aumentar el arousal y otros estímulos que ayudan a disminuirlo. Lo ideal sería tener unas buenas nociones sobre integración sensorial para así entender porqué ese niño no puede ser tocado (Defensividad Táctil) o porqué ese otro no puede parar de moverse (problemas a nivel vestibular o propioceptivo), pero aún así, si tenemos claro cuáles son esos estímulos sensoriales que aumentan o disminuyen el arousal, deberíamos ser capaces de regular su sistema nervioso (o dejar que se autorregulen) y puedan volver a participar en nuestra clase.

Ejercicios y juegos de yoga para niños para bajar el arousal:

Tanto el tacto profundo, como los movimientos vestibulares rítmicos y la propiocepción disminuyen el nivel de alerta.

Con la propiocepción lo tenemos fácil, el yoga es ya de por sí muy propioceptivo, pavanamuktasana, chaturanga dandasana, virabhadrasana 1 o adho mukha svanasana son posturas que niños con problemas de propiocepción van a amar en tus clases.

Otras dinámicas para trabajar la propiocepción pueden ser bailar, juegos de saltos, juegos de empujar y tirar o asanas en parejas en donde tengan que empujar el uno sobre el otro como podría ocurrir en navasana.

Con respecto al tacto profundo, un buen masaje en pareja en dónde realmente apretemos bien fuerte, puede ser una buena herramienta. Pero si el niño ya está en un estado de alerta tan elevado que no sería capaz de tumbarse, jugar a los abrazos o hacer un sándwich en dónde el sea el que está abajo del todo son buenos juegos que pueden ayudar a bajar ese nivel de alerta.

Si hablamos de movimientos vestibulares rítmicos balancearse suavemente de abajo arriba en navasana como si fuésemos un barco en un mar despejado, o abrazarnos como un oso y girar suavemente de un lado a otro son buenas opciones. También algunos movimientos de kundalini yoga que incluyen balanceos del tronco superior o inventar canciones con un ritmo binario (como los latidos del corazón) en dónde el niño ha de balancearse suavemente, ayudan a calmar el sistema nervioso.

Por último los niños con problemas para modular los estímulos sensoriales, suelen tener una frecuencia cardiaca alta y su respiración suele ser invertida además de pectoral, así que por supuesto ejercicios de pranayama con la respiración abdominal natural o nadhi sodana les va a ayudar a activar el sistema parasimpático y así relajarse.

Cómo vemos en todas estas actividades o en su gran mayoría para poder calmarnos tenemos que movernos, así que definitivamente sí, en mis clases de yoga mis alumnos ¡¡se van a mover y mucho!! a pesar de que no sea precisamente lo sus padres tengan en mente cuando los apuntan a esta actividad. Así que, como dirían en la película con faldas y a lo loco: “bueno, nadie es perfecto”

Jose Luis Pizarro Rivas

Licenciado en CCFACD y profesor de yoga para niños.